domingo, 9 de mayo de 2010

El Problema

Hola xikas!!

Pues soy nueva aki, Rose es mi amiga humanamente y pues bueno m dejo hacer uso d su blog para subir esta historia asi que bueno espero q les guste...

Alice



El Problema

POV. Luna Vulturi

Cap. 1

Nunca en mi corta vida como vampiro había odiado tanto mi don y tampoco me había odiado tanto a mi misma; para mi toda mi vida había comenzado desde el momento en que me convertí en lo que ahora soy, una Vulturi. Toda la familia que yo había conocido eran mi padre Aro, mi madre Sulpicia y todos mis hermanos y hermanas. Mi madre, mi hermana y también amiga Heidi me contaron un poco de lo que había sido mi vida anterior, después de todo no toda mi vida hasta este punto había sido Luna Vulturi. No le di mucha importancia así que decidí que si estaba aquí era por algo y debía de continuar sin mirar atrás.

Poco a poco comencé a conocer a la mayoría de mi gran familia, pero como es común llevaba una relación mucho más estrecha con un par de ellos, Anna y Sthephanie y bueno después con la pareja de cada una José y Eduardo, los dos grandes personas claro (aunque bueno, José aun no es uno de los nuestros); y obviamente Heidi y Félix; que por donde los vieras derramaban pasión pues creo que no hay palabra más precisa que los describa a ambos. Sthepanie y Eduardo habían pasado por demasiadas cosas y a pesar de eso seguían juntos. Y pensar que yo ayude un poco, yo ayudando a Eduardo para que mi hermana se decidiera a dirigirle la palabra.

Aunque este no era el caso de la mayoría (el de Love is in the air) si de unos cuantos, unos casados más de dos veces, con tres, cuatro, cinco, hasta 10 hijos, unos con más de dos mujeres en proceso de divorcio, con más hijos en camino y otros solteros de por vida así como yo.



-Luna, sis, re amo a Alexi, me hace reír mucho- Stheph esbozo una sonrisa picara.
-Si, sis Stheph tiene razón, es bien gracioso el menso, no, no, no me botaba de la risa con cada cosa que decía- Comento Anna.
-Si lo se me hace reír tanto, pero ya les dije que no me gusta me divierto mucho con él, me gusta salir con él y todo, pero solo no me gusta- Les comente a las dos, pues no paraban de alabarlo.
-¿Pero que tiene de malo Luna?, ¿Qué es lo que no te gusta de él?- Me pregunto Anna e hizo una cara como si hubiese dicho una grosería o algo.
-¡Aja! ¡aja!- Dijo Stheph que cruzo los brazos esperando a que respondiera.
-Pues… no hay nada de malo en él solo no me gusta y ya- Anna me miro un poco enojada y entre cerro los ojos.
-Mira sis, si vas a estar esperando a que ese humano de David decida que le gustas o algo te vas a hacer vieja y mira que somos vampiros ¡eh!-
-¡Ay! Anna ya no me molestes- ¡Bla, bla, bla! Pensé para mis adentros.

Tenia la misma platica con ellas una y otra vez, llego un momento en el que me arrepentía de haberles comentado de él. Alexi era un niño que tenia tiempo de conocerlo poco después de haberme convertido nos hicimos muy amigos él al igual que David era humano; pero a diferencia de David a Alexi yo le gustaba y él buscaba más que una amistad y era algo que yo no le podía dar; había algo en mi que me impedía o que alejaba mis ganas de tener una relación afectiva con alguien más. De solo pensarlo se me revolvía el estomago

Estaba a unos cuantos pasos de mi habitación y descubrí que de ella emanaba un olor un tanto floral, a Lilas y fresias para ser exactos; cuando llegue hasta mi puerta dude en abrirla pues sabia que explotaría si encontraba algo en mi habitación que no perteneciera a ella, odiaba que tocaran mis cosas y más que entraran a mi habitación sin mi consentimiento; tome la perilla inhale y eso solo ayudo más a enardecer mi coraje pues mis pulmones se llenaron del olor de aquellas flores, cerré los ojos y abrí la puerta sin entrar.

Dude un poco en el umbral aun con los ojos cerrados, dos segundos después di un paso muy firme pero dudoso; un efluvio me revelaba el camino que aquella persona realizo durante su estancia ahí, quien se había tomado el atrevimiento de entrar lleno de flores mi cuarto, ella o él me las pagaría en cuanto descubriera su identidad; aunque pensándolo bien era un él por que ese olor me era un tanto familiar. Era tanto mi coraje que ni ganas tenía de salir huyendo de ahí, me trepe a mi ventana y me dispuse a mirar la luna, repasando una y otra vez las canciones de mi grupo favorito tarareaba para mi misma.

-I want to reconcile the violence in your heart, I want to recognise your beauti’s not just a mask, I want to exorsice the demons from your past, I want to satisfy the undisclosed desires in your heart…-

Me había sumido tanto en mis pensamientos que no había notado que alguien me miraba desde abajo; fue entonces cuando decidí regresar a mi cuarto y sacar todas esas flores que hacían que apestara, el olor no se iría hasta dentro de un mes, comencé a juntarlas y tirarlas por la ventana, las recogería en la mañana, iba por el segundo ramo de flores cuando alguien grito.

-¡¡Están lloviendo flores!!- Me asome de nuevo por la ventana y vi a un chico un tanto lindo y muy atractivo.
-¡Ouch! Perdón, es que a algún idiota se le ocurrió dejar flores en mi cuarto y la verdad las odio-
-¡Gracias por lo de idiota! Si fueras otra chica del castillo ya estarías aquí abajo besándome- Y ese tipo… ¿Qué se creía?... Pedante después de todo.
-¿perdón?- Pregunte un tanto insultada.
-Luna, ¿no me digas que no te acuerdas de mi?- Entre a mi cuarto de nuevo a tomar más flores- Luna por favor no te hagas la difícil- Me asome por la ventana le tire el ramo de flores más grande que pude formar y se lo deje caer encima.
-No, no se quien demonios eres, fin de la conversación- Cerré mi venta con tanta violencia que se estrello el vidrio.

Esa fue mi “primer” plática larga con Devon pues ya habíamos tenido un encuentro con anterioridad. Lo había denominado como narcisista, ego centrista, pedante y un tanto grosero, ¡ah! y me caía mal, no lo soportaba por eso huí de él en cuanto pude no planeaba encontrarlo nuevamente y como el castillo era un mundo de gente y estaba agradecida por ello. Ese día me costo tanto trabajo permanecer en mi cuarto que aun lo odio por eso, Salí en la madrugada a cazar con Stheph, aunque cazo mas a la fuerza porque Eduardo se había ido con la guardia por encargo de mi padre.
Le respondía porque era que mi cuarto apestaba a lilas y fresias y vino a mi como un recuerdo un tanto borroso, un chico no muy agraciado con unos kilos de más y un ramo de rosas en las manos, al parecer me las daba a mi puesto que no había nadie más cerca. Entonces sentí un vuelco en el corazón y si no me equivocaba eso formaba parte de mi pasado; una mezcla de sentimientos lleno mi cuerpo, ira, tristeza, venganza, dolor, con una mezcla de alegría.

-¿sis? ¿Qué te pasa?-
-Nada- Stheph me miro con ese gesto suyo que me decía que no la engañaba.
-¡Aja! ¿y luego?-
-De verdad no me pasa nada es solo que tuve un recuerdo-
-¡Ah! bueno, eso se dice-

Nos enfilamos al castillo y sabía que Stheph no lo pasaría por alto y haría comentarios al respecto; Heidi y Anna se enteraron pero; Anna no diría nada hasta que yo hiciera un comentario al respecto. Heidi no quiso preguntarme pues sabía que quien realmente tendría que responder preguntas seria ella y no yo, así que toda la semana me evito.

-Lunny hermosi, quiero conocer a ese tal Alexi, porque al menos a David lo conozco y se que es lindo pero de Alexi no se mucho-
-¡Mmm! Pues es que hace mucho que no se nada de él pero te prometo que cuando tenga noticias de él hare que venga para que lo conozcas-
-Más te vale ¡eh!... Yo extraño tanto a mi Félix-
-Eso ya lo se… y eso me dice que vendrá otro bebe en camino después de que el regrese- Le dije burlonamente.
-¡Ja ja ja!-

A mi parecer Félix y Heidi podían hacer que prevalecieran los Vulturi sin tanto esfuerzo, cada que me daba cuenta Heidi ya estaba por dar a luz; creo que ellos y sus hijos conformaban la mitad de nosotros; ok tal vez este exagerando pero al menos conforman un 10% de los Vulturi.

En un trascurso no más grande de un mes Devon experimento un cambio muy radical conmigo, podría decirse que fue de la noche a la mañana, me hablaba con cariño, en pocas palabras buscaba endulzarme el oído como solo él sabia, estaba más que claro que tenia maestría y grado en dicha materia. Muchas veces intente creerle pero había algo en él que no terminaba de convencerme y bueno aun no descubro que tan cierto sea lo que supuestamente dice sentir por mi. Esta celoso de Alexi y David aunque más de Alexi, si fuera por el ya lo habría matado.

-Si ese Alexi, te dice que te ama, yo voy y lo mato, lo hare sufrir tanto que llorara-

jueves, 6 de mayo de 2010




buuenoo ola a todoos de nuevoo!! aki iestamoos una vez ams en el blog perdonen mii trabajo aora me quiita mucho tiempo pero eso no keire decir que me olviide de las chicas hermosiisiimas del blog
saben que las mega adoro

bueno ahora puros vulturiis
jaja

bueno les dejo el linck del trailer de eclipse
que supongo TODAS ya vieron!!
yel segundoo tambiien se los dejo

un besiitoo

Rose




=TRailer eclipse parte 1=

www.youtube.com/watch?v=ZMSWiLn5KCg


=trailer eclipse parte 2=
www.youtube.com/watch?v=ORD-KPrrQkI

sulpicia y aro

Y allí, arrodillado delante de sus pies estaba ese vampiro. Pidiéndole clemencia como tantos otros se la habían pedido, sin saber, que por muchas veces que lo pidiera o por muy alto que lo gritara, él, no cambiaría de opinión: habían de pagar por los pecados cometidos.

Así era la ley, así la habían pactado.

Aro puso sus blancas manos en la cabeza atemorizada de su víctima, se acercó lentamente y le miró a los ojos por un instante.

Con un seco clack la cabeza del vampiro cayó y fue rodando por la sala dejando un camino de sangre por el inmaculado e indiferente mármol.

Le encantaba impartir justicia, le hacía sentir tan poderoso.

Se pasó las manos por su suave cabello y salió de la sala distraídamente dejando tras de si una filera de hambrientos vampiros.

Su vida era tan rutinaria que le aborrecía. Cada día las mismas quejas, las mismas caras, los mismos olores, las mismas súplicas…

Por alguna razón que no acababa de comprender necesitó relajarse y desconectar, por lo que se dirigió a los inmensos baños del Ala Oeste.

Le encantaban, le producían exactamente lo que necesitaba en ese momento.

Sus sutiles pasos (si se les puede llamar así) resonaban por las frías paredes.

Sus pensamientos vagaban de un lado a otro sin pararse en ningún punto en particular llevándolo a un estado de suma concentración.

-Aro- gritó alguien.

El aludido rodó los ojos y se giró sin interés.

Marcos estaba allí parado con su misma cara de depresión post mortem que llevaba exactamente cada día desde la muerte de su esposa.

-Dime- dijo cansadamente Aro.

-Sulpicia te busca.

Aro suspiró aunque no tenía necesidad de hacerlo.

Sulpicia. Hacía bastante que no la veía…podía sonar muy poco galante o muy poco romántico, pero verdaderamente entre su trabajo y el de ella apenas podían disfrutar de escasos momentos a solas.

Al fin y al cabo el precio a pagar por el poder puede ser muy elevado.

-Si la ves dile que necesito relajarme y que la buscaré luego- y añadió- pero se un poco cortés cunado se lo digas por favor, Marco.

Marco asintió y se deslizó lentamente y sin alegría por otro corredor en dirección contraria.

Aro siguió su camino impacientemente.

Cuando llegó, abrió la puerta mansamente y entró.

La sala era circular, el suelo cubierto de una alfombra de terciopelo rojo excepto los alrededores de la piscina, una fuente dónde las aguas cristalinas fluían cayendo lentamente en la piscina.

Los rayos de sol que entraban por los grandes ventanales iluminaron su blanca piel produciéndole un inmenso goce imperceptible para los humanos.

Las aguas azules y fogosas le pedían con susurros que se sumergiese en ellas y se dejara llevar por las sensaciones que le producirían.

Se quitó la capa y desabotonó la camisa blanca que llevaba, dejando a la vista su perfecto tórax, hizo lo mismo con las otras prendas y se acercó al agua.

Posó uno de sus dedos en ella y jugueteó con el líquido.

Era increíblemente exquisito.

Bajó las escaleras y se paró cunado el agua le cubría por la mitad.

Como adoraba la sensación del agua caliente en su piel fría como el hielo, como las gotas de esta resbalaban por su piel limpiamente, humedeciéndola y haciéndole sentir tan humano, tan insignificante.

"Increíble" pensó.

Lo que normalmente caracterizaba a Aro era que siempre apreciaba mucho los pequeños detalles y, pensaba y pensaba hasta encontrara una razón razonable para los hechos que le ocurrían.

"Probablemente me lo pegara Carlisle en su tiempo" razonó.

Siempre encontrando lo que buscaba, adquiriendo lo que quería. Aro era tan indescriptible que ni un centenar de palabras en una hermosa cesta podrían describirle realmente.

Se deslizó hasta situarse debajo de la fuente y dejó que el agua cayera como chorros por su pelo y su cara. Abrió un poco la boca para saborear aún más ese delicioso momento. Cerró los ojos.

Estuvo así un buen rato, relajándose, llenándose de "vida" otra vez, hasta que oyó el pequeño ruido de la puerta al abrirse.

Salió de debajo de la fuente y se situó en el borde de la piscina, donde empezaba el mármol blanco del suelo perfectamente adoquinado.

Allí sinuosamente caminando y con una sonrisa en sus perfectos labios estaba Suplicia, su amor, la sua cantante.

Debajo de la usual capa negra, llevaba un precioso vestido verde de seda que cubría gozosamente su piel. Su largo pelo castaño le caía como cascadas de miel por la prenda.

-Hola Aro-dijo mientras dejaba ir un suspiro tan dulce que un simple mortal se hubiese desecho ante semejante canto de sirena.

-El mio amore- dijo Aro con evidente alegría.

Sulpicia se quitó los zapatos y la capa y la depositó tal cual en el suelo. Se acercó a la piscina y se sentó en el borde, entre los brazos de Aro.

Su marido levantó su propio cuerpo sin esfuerzo alguno para depositarse a la altura de la cabeza de su esposa y la besó dulcemente.

Ese beso húmedo por el agua valía para Sulpicia y Aro más que toda las sangre más apetecible junta e incluso aún todo el poder concentrado en un solo lugar, simplemente era algo suyo que nadie podría robarlo jamás.

Aro separó sus labios de los de su querida esposa y volvió a sumergir su cuerpo en el agua.

-¿Sabes que estás muy atractivo mojadito como un pez?- dijo Sulpicia riendo.

Aro le tiró un poco de agua y sonrió torcidamente.

Se apoyó en la otra pared de la piscina y se dedicó a mirar a su esposa.

Era tan perfecta, perfecta para ese paisaje, perfecta para ese momento, perfecta para él. Esa sensación le abrumó.

Hacía horas que no la veía, horas que se hacían interminables y ahora, al tenerla delante, podía sentirse completo.

Se acercó a Sulpicia y le dio un beso en la rodilla mientras le acariciaba la pierna. Ella reacciono acariciándole el pelo a su marido.

Los dos suspiraron complacidos al notar otra vez esa sensación de amor que tan grande espacio ocupaba en su corazón y tantas pocas veces podían demostrar.

-Echaba de menos esto- dijo cansado Aro.

-Yo también, y sobretodo te echaba de menos a ti- contestó ella afablemente acariciándole la mejilla.

Normalmente Sulpicia se mostraba totalmente reservada e incluso fría ante los demás, pero cuando estaba con Aro, su personalidad cambiaba radicalmente, se dejaba ver tal cual era. Eso fascinaba a Aro.

Aro la miró juguetón y la rodeó con sus fuertes brazos para empujarla lentamente hacia la piscina.

-Aro, no- dijo Sulspicia mirándole con cara de advertencia.

Pero Aro no tomó esa adverténcia y con un rápido movimiento cogió a su esposa y la introdujo en la piscina.

Sulspicia tardó un rato en salir a la superficie y cunado lo hizo, puso cara de pocos amigos pero a la vez de gustarle lo ocurrido.

-Mira lo que has hecho con mi vestido- se quejo.

-Entonces sería mejor que te lo quitara- contestó él.

Ella sonrió ante tal planteamiento y dejo que Aro se le acercara y acariciara sus caderas con las manos, cerró los ojos.

Resultaban tan maravillosas las caricias de Aro, todo él era maravilloso.

Aro buscó galánmente la cremallera del vestido y antes de bajarla tortuosamente, miró a Sulpicia a los ojos.

Esta le sonrió y cuando notó los dedos de Aro presionando su espalda ya descubierta, puso una cara de incontenible placer. Era como si todas las terminaciones nerviosas se centraran en ese tacto y en nada más, dejándola totalmente a merced de su marido.

Aprovechando el momento en que Sulspicia flaqueaba la cabeza hacia atrás, Aro besó su cuello y dándole un pequeño mordisco de esos que les transportaban a lugares inimaginables, la apoyó contra la pared de la piscina.

Sulpicia acarició el pelo de su marido y le besó pasionalmente. Sus manos recorrían el cuerpo de Aro, haciéndole que soltara algún que otro gemido.

. . .

Y así en un arrebato de amor, desenfreno y lujuria, los dos amates se entregaban y sumergían el uno al cuerpo del otro y se sentían unidos como ningún humano ni vampiro con suficiente amor se sentiría jamás.

Salían por la puerta del baño marido y mujer, amante y amado, Sulpicia y Aro. Cogidos de la mano, sintiéndose como dos niños pequeños enamorados, su primer amor.

Sulpicia besó a Aro tiernamente antes de que Jane apareciese en el pasillo.

-Maestro, Marco le necesita.

Aro que aún mantenía la mirada en Sulpicia suspiró, beso la mano de su esposa y le dijo en la oreja muy flojito: ti amo per sempre.

Jane y Aro tomaron su camino y Sulpicia se quedó allí un rato, sonriendo, pensando en esos pocos momentos tan intensos que tenían y en que ahora, escasos minutos después de que Aro se hubiese ido, ya le echaba de menos

Heidi y Demetri

Ella ve el mundo de otro color.

Él huele todo con otro olor.

Ambos se unen en un baile de dos.

Las calles de Volterra han sido testigo tanto de matanzas como de amores ocultos de la llamada realeza. Nadie sabe lo que ellos son, porque se ocultan entre sombras y salen cuando las farolas no alumbran. Nadie sabe que andan juntos, porque ella camina a lejana distancia de él. Y nadie ni siquiera bajo tierra conoce el secreto que ocultan su rastreador y su cazadora.

Se miran en un encuentro fugaz que de chispas hace Volterra llenar y miran de nuevo el camino, como si nada hubiese pasado.

Él comienza a caminar en otra dirección que no es hacia dónde van y Heidi se aterra de pensar que la va a dejar, pero es un vampiro y corre rápido y lo hace para estar junto a ella y delicadamente tomar su mano. Ella no le niega el roce, sólo se pone nerviosa de que los vea algún guardia superior.

Él evita todos los pensamientos que ella no se atreve a decir y se coloca frente a ella, la mira y se la come con los ojos más rápido que a una presa. La mira a sus ojos violeta –porque a ella le encanta usar los lentes de contacto para verse distinta –y se acerca y muerde su labio inferior.

Heidi no dice nada, tampoco calla. Porque disfruta el momento y quiere más, se mueve con pasos absurdamente rápidos y lo captura por detrás. Se monta en él como lo haría en un caballo –y le trae recuerdos de sus momentos humanos –le muerde la nuca, la yugular y la oreja. Lo muerde como si tuviera sangre que la pudiera saciar y descubre que el sabor de su piel es algo excepcional.

Él la tumba al piso y lo resquebraja –espera que el Maestro no se entere de lo qué pasa –la toma por las muñecas y la hace su presa. La besa, la lame, la muerde, la hace suya sin tocar más que la piel descubierta a la luz de la luna llena.

Ella gruñe y se posiciona sobre él, él sube el vestido negro tocando la piel mármorea de sus muslos –y le parece suave, tierna y hasta cálida –la muerde, queriéndola dejar con marcas, cicatrices y morados, aunque sabe que ella es fuerte y hasta siente que la ama. Ella abre su camisa y descubre su trabajado pecho y sus ojos se derriten –literalmente –ante él y ella los cierra asustada, porque odia mirarse como una Vulturi normal.

Él la toma por la barbilla y la obliga a mirarlo, la jala hasta sus labios y la besa de forma desenfrenada y le susurra entre jadeos "eres hermosa", "hueles divino" y en otro beso se funden y se olvidan que ese encuentro debe ser secreto para que no se convierta en prohibido.

Heidi y Leah

Comprensión

No sabes que narices haces aquí. Tu misión es coger presas, atraer y seducir a las personas que luego servirán de comida. En definitiva, tu trabajo está en Volterra, no aquí. Recorrerte medio mundo por capricho de Aro te exaspera, te enfurece y te da ganas de mandarlo todo a la mierda. Sí, a Aro y a todo su séquito (del que tu formas parte).

Porque que una estúpida humana se aburriese tanto como para acostarse con un vampiro, quedar embarazada, y tener a un engendro mitad vampiro, mitad humano, no te parece motivo suficiente para que Aro, Marco y Cayo dejen a Volterra libre de vampiros, llevándoos a todos a este pequeño y lluvioso pueblo americano, perdido de la mano de Dios.

Así que sientes la necesidad de descargar ese monumental cabreo con o contra alguien. Alzas la vista y ves que ese estúpido clan vegetariano está (increiblemente) aliado con los lobos, que son algo así como el peor enemigo mortal de los vampiros. Atónita observas su formación, la línea de protección que ofrecen a los otros vampiros, y te carcajeas de su estupidez. Jamás se le pasó por la cabeza que un vampiro tuviera que caer tan bajo como para tener que pedirle ayuda a un licántropo. Simplemente perfecto.

Miras cada par de ojos lobunos y te detienes innecesariamente en los que pertenecen al último lobo de la formación. Perdón, loba. Aquello es una nueva sorpresa. No sabías de existencia de mujeres licántropas. Ese simple echo ya te llama la atención, pero lo que ves reflejado en aquellos ojos aumenta aún más tu curiosidad por ella. Ves rabia, dolor, incomprensión e incomodidad, la sensación de que está en un lugar ajeno totalmente a su persona. Eso hace que brote algo dentro tuya, algo similar a la comprensión.

Los ojos de la loba son ahora los que se clavan en tí y ella también lo ve en tus ojos. Sí, esa comprensión y esa confidencialidad existe. Se le eriza el pelaje del lomo, alza la cola y te gruñe, un gruñido que suena a risa forzada. Já, perfecto. La misma risa que segundos antes se te a escapado a tí al sentirte una intrusa entre los de tu propia especie.

No sabes que papel juega esa loba en todo esto, ni sus circunstancias ni opinión sobre aquello, pero tienes el presentimiento de que los sentimientos que deriban de ello son tan amargos como los tuyos. Y eso te hace sentir deseos de conocerla. Y te asustas. El simple echo de estar a escasos metros de un lobo debería orripilarte, y sin embargo sientes la necesidad de acortar esa distancia.

Quizá, cuando todo acabe, no tengas que odiar a Aro por haberte obligado a ir hasta allí, tal vez, hasta tengas que agradecérselo porque ahora tendras una nueva amiga...

Heiidii y Felix..



Entonces ella te mira. Está conduciendo a un grupo de humanos hasta la sala en la que van morir. Aunque ellos no lo saben.

Miras fijamente sus ojos violetas por las lentillas, y adivinas su verdadero color grantade debajo de ellas. Le sonríes ladinamente y ella te sonríe en respuesta, mostrándote sus brillantes dientes blancos. En ese momento, aunque no tienes corazón, sientes como si te fuera a cien por hora.

Y aunque sabes que eres poderoso, fuerte, que tienes un cuerpo de mármol y que nadie te derrota, en ese momento te sientes débil. Porque ella puede hacer contigo lo que le de la gana. Con una palabra puede matarte, sin siquiera tocarte, y con una mirada puede devolverte a la vida.

Y estás completamente enamorada de ella, por lo que no te importa. Amas sus labios, sus sonrisas, su cuerpo, sus piernas, sus miradas... la amas toda.

Por eso no te importa depender de ella, porque sabes que te ama de igual forma. En ese momento, los humanos entran a la sala sin saber que ese va a ser su fin. Y se oyen gritos de terror y dolor durante unos segundos, hasta que todo termina para ellos. Ella sale con sus andares gráciles y relamiéndose los labios, y piensas que tienes ganas de besarla.

Te mira y te guiña un ojo, y tu corazón vuelve a explotar. No te importa, de hecho se siente bien. Y entonces recuerdas todas las salidas a escondidas, y todos lo besos robados y las palabras de amor. Y sientes que ella está pensando lo mismo, porque te sonríe seductoramente.

Lo que hace más excitante todo ese amor es el secreto. Porque aunque sabéis que no podéis sobrevivir el uno sin el otro, también sabéis que no debéis estar juntos. Que si os pillan, os castigan. Y tal vez ese castigo sea peor que la misma muerte, porque vuestros señores no admiten desobediencia, y en ese momento estáis desobedeciendo a sus órdenes. Y aunque sabéis que algún día se van a enterar, no os importa, os vais a seguir queriendo a pesar de todo. Porque para vuestro amor no hay fronteras.

Y cuando se aleja caminando y moviendo las caderas, tentándote, piensas que no hay ser más perfecto que ella. Y sonríes en silencio al pensar en la escapada que realizaréis esa noche. Por que no estás dispuesto a renunciar a ella...

... y la carne es débil, amigo.