sábado, 27 de junio de 2009
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Jake POV
Sólo me llevó un minuto comprender lo que había sucedido
Sólo me llevó un minuto comprender lo que había sucedido.
Sus enormes e inocentes ojos cafés me miraban con una mezcla de miedo y curiosidad. Pero había algo más en ellos, algo extraño, que hizo que mi cuerpo temblara.
Era consiente del sitio en el que me hallaba y en compañía de quienes, incluso sabía que la única mujer a la que había amado era un cadáver que en pocas horas acabaría despidiendo un hedor fétido. Era consiente de que ella estaba muerta por culpa de esa cosa que me miraba con esos enormes ojos hipnotizantes.
Sorpresivamente, estiró una de sus diminutas manos hacia mí.
La cosa no tenía ni siquiera una hora de nacida y ya había abierto los ojos, ya reconocía a las personas a su alrededor.
Era un fenómeno, una aberración.
Me arrepentí en lo más profundo de mí ser el haberme revelado contra Sam y no haberle hecho caso cuando nos ordenó aniquilar a esa cosa.
Era un ser que no debía existir. Ni siquiera sabía bien que era, si humano o vampiro.
Siguió insistiendo, con su manita aún alzada hacia mí, gimiendo por lo bajo, mientras la rubia plástica que la sostenía le daba ligeras palmaditas en la espalda.
Sentí el enorme impulso de entrar en fase y arrancarle esos terribles ojos de un sólo mordisco.
Me preparé.
Di un paso hacia adelante mientras me concentraba en el calor que emergía desde el centro de mi abdomen.
Pero sus dientes refulgieron a la luz de las lámparas cuando me dedicó una sonrisa completa, deslumbrante.
De inmediato los espasmos que sacudían mi cuerpo se detuvieron y mi corazón se aceleró.
Su mano, aún alzada en el aire, se cerró dos veces, como queriendo agarrar el aire, mientras su mirada seguía fija en mí.
Y entonces pasó.
Un nuevo calor inundó mi cuerpo, pero esta vez no era abrasador, sino que era... agradable.
En ese instante no existía nada más a mí alrededor, sólo éramos esa pequeña y yo. Sus ojos brillantes y yo. Su sonrisa deslumbrante y yo. Sus rojizos rizos y yo.
No existía ni siquiera la vampiro plástica que la sostenía en brazos.
Su mano insistió en aferrarse a algo y yo, involuntariamente, como hipnotizado avancé un paso en esa escalera.
Un latido llegó desde el piso de arriba.
Bella. Estaba viva.
Pero ya Bella no tenía importancia, no ahora. Lo único que me importaba era ella, Renesmeé.
Y entonces su sonrisa se ensanchó. Se ensanchó cuando su manito alcanzó por fin su objetivo.
Su manito me alcanzó... a mí.
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