martes, 2 de diciembre de 2008

Colaboración: "Crepúsculo", vampiros tontos y enamorados


Estamos en Atlanta, Georgia (Estados Unidos). Hubo de todo durante estos días recientes en la ciudad donde los protagonistas de “Lo que el viento se llevó” siguen más vivos que nunca, evocados con nostalgia, pasión y entusiasmo por miles de espectadores de todas las edades, motivados con el pretexto de dos películas centradas en el amor, “Crepúsculo”* (entre adolescentes adormilados y aburridos) y “Australia” (entre un hombre que vive fuera de la ley y una mujer que se topa con el cadáver tibio del marido que ostenta un agujero en la frente).

Además, oscuras, interminables y frías jornadas marcadas por la lluvia, las ofertas impúdicas de los grandes almacenes, las autopistas repletas de familias que buscaban las delicias alemanas en un pueblito llamado Helen, a una hora larga y con paciencia, mientras uno miraba la cartelera y aceptaba que esas dos películas citadas, eran también buen pretexto para escapar del invierno.

Por ahora, hablemos de “Crepúsculo”. En la oscuridad de la sala, era evidente sentir que la audiencia estaba formada en buena parte por adolescentes, delgados y pálidos, bulliciosos y desordenados, listos a compartir la primera película de una serie basada en la saga escrita por una señora desocupada, Stephenie Meyer, quien sin pudor confiesa que una madrugada, en el baño, miró la luna y las sombras que producías las ramas contra su ventana y los ruidos de la calle lejana y pensó en la posibilidad de que los vecinos fueran vampiros pero no depredadores de humanos sino de animales, con predilección por la carne dulce, suave y tierna de los ciervos salvajes. Salió del baño, se sentó ante el computador y escribió las primeras líneas de “Crepúsculo” en la que una adolescente lánguida, recién llegada al pueblo a reunirse con su padre que es policía, se enamora de un muchacho sin saber que es un vampiro.

Las cuatro novelas se han vendido bien en numerosos idiomas. Los protagonistas se llaman Isa(Bella) Swann (en la película, la hermosa y sensual Kristen Stewart), y Edward Cullen (el actor Robert Pattinson, inexpresivo, lejano, indiferente, parsimonioso y nada romántico), quienes se conocen en la escuela cuando ella aparece en clase de Química. Como dice un chistoso, se produce una descarga de amor a primera vista (no al primer mordisco).

Los Cullen forman una familia tranquila (seguida de lejos por los indígenas de esa zona del estado de Washington, llena de niebla, montañas, precipicios y árboles centenarios). El padre es médico o sea, la apuesta a la vida. La madre y los hermanos de Edward son inquietos, alegres, cazan y comparten una diversión casi suicida: cuando detectan la cercanía de una tormenta eléctrica, se marchan a un descampado, a jugar béisbol, desafiar truenos y relámpagos, y provocar la ira de otros vampiros, salvajes y ocultos en el bosque, sedientos de sangre humana a la menor ocasión.

El vampiro está loco con la muchacha. No quiere morderla. No quiere hacerle daño. La desea pero la siente intocable, intocada. Ella arde por él, lo desea pero siente que hay algo raro, siniestro, malévolo en los ojos y la piel pálida, transparente de un joven que tiene una fuerza sobrehumana, mantiene las manos heladas, los ojos inyectados en sangre, un oído capaz de escuchar conversaciones lejanas, una increíble velocidad para cambiar de sitio o trepar las superficies más agrestes….alguien más que humano.

Entonces, luego de esa primera hora leve, monótona, inacabable, reiterativa, en la que uno y otra se buscan, se huelen, identifican sus temores y carencias, se produce a la hora exacta la escena que marcará la película. Están en el bosque, ella no está tranquila, él sabe que puede perderla y entonces se produce, palabras más, palabras menos el diálogo que los espectadores más jóvenes reciben como un don del cielo:

- ¿Me quieres decir algo?
-Sí, quiero preguntarte algo.
-¿Qué quieres saber?
- ¿Cómo es posible que seas tan fuerte (la salvó de morir aplastada por un vehículo), alcances velocidades tan grandes, escuches a largas distancias y siempre tengas las manos tan frías?
- Pregunta.
- Quiero saber quién eres.
- Pronuncia la palabra que estás pensando.
- No quiero decir ninguna palabra.
-Sí, dilo, “vampiro”, tienes que decirla.

Entonces tienen lugar algunas de las mejores escenas de una película que no avanzaba y se había quedado con suspiros, miradas furtivas, deseos reprimidos y hormonas amarradas: el muchacho llevándola de árbol en árbol; el juego de pelota de la familia y la intrusión de los vampiros peligrosos; la pelea salvaje de las dos bandas; los hermosos escenarios con árboles y montañas y las escenas finales en los que los celos afloran como una amenaza y el anuncio tácito de la segunda película, el próximo invierno.

Es una película sobre vampiros pero pasada por un cedazo, sin los sobresaltos de otros actores y directores que rasgaron la pantalla con sus colmillos, baldes de sangre, cuerpos de mujeres desgarrados, poseídos y desechados, heridas supurantes, cuellos agredidos, espasmos sexuales en los momentos más dolorosos y el recuerdo de Sharon Tate en la película de Roman Polanski, o Christopher Lee vestido de negro, o Geena Davis con su alimenticio y amenazado torso, o el pelo rubio de Buffy, la cazadora, o el vampiro de David Bowie, o la sombra siniestra de Gary Oldman, o Willem Dafoe enfrentado a su maldición eterna, o el inmortal Bela Lugosi, o el grotesco Lon Chaney.

Entonces, los muchachitos espectadores que compartieron las aventuras de los dos jóvenes se alegran de haber conocido de cerca un universo grotesco, peligroso y sangriento que una escritora, Stephenie Meyer y una directora, Catherine Hardwicke y una guionista, Melissa Rosenberg han convertido en un mundo rosado, juvenil, optimista, lleno de música y colores y bosques y montañas y buenas intenciones. Nada más. ¿Será que perdimos la inocencia, la capacidad de ser tontos y la ingenuidad hace muchos años atrás, sin posibilidad alguna de recuperación o salvación o perdón? ¿Será?

(*): "Crepúsculo", ya estrenada en EEUU y México (donde llevan recaudados respectivamente 120 y 5,2 millones de dólares), llega este viernes a los cines españoles.

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